En pleno corazón del parque Santander está el imponente Monumento a la Raza Chibcha inaugurado, el 12 de octubre de 1935, como homenaje a la cultura muisca en la celebración de los 400 años de Bogotá.   La obra principal fue tallada en una sola pieza por los escultores Alonso Neira Martínez, Martín A. Jiménez y Luis A. Sánchez.  La base de la talla, en forma redonda, fue elaborada en su parte inferior con doce piedras que simbolizan los 12 meses del año; encima labraron una segunda talla con ocho piedras, que significan los 8 planetas del universo y una más, en la parte superior, hecha con cuatro piedras, haciendo alusión a las 4 fases de la luna.  Sobre esta base, está la majestuosa obra que inicia con un prisma triangular en el que están esculpidos tres momentos importantes de la cosmogonía chibcha. En uno de sus costados se aprecia la figura femenina que simboliza la siembra; en otra cara aparece una representación masculina cuyo significado es la cosecha y en la tercera, el búho o lechuza con una serpiente sostenida en el pico y enrollada encima de sus pies, que alude a la sabiduría y las fuerzas sobrenaturales.  Sobre la base del cuerpo prismático reposa la diosa Bachué, -más conocida como la diosa Chía-, madre del pueblo muisca, convertida en luna para acompañar a Sué (sol). Según Juan de Castellanos: «los muiscas concebían al sol y la luna como esposos y padres de la gente».  Bachué era considerada por los muiscas como una diosa, pero además una maestra, a quien debían el tipo de organización, las tradiciones y valores de su cultura. En su regazo lleva un niño, su hijo. Según la mitología muisca “Bachué y su hijo, vinieron a poblar la tierra”.